El sonido de los cuencos tiene en su afinación una proporción armónica perfecta que está en concordancia con la proporción áurea. Esta afinación es de la misma proporción armónica que rige toda la naturaleza y el universo, esta simetría se refleja en la relación y proporción que cada parte del cuerpo humano tiene para con todas las demás partes. De aquí que cuando una persona se pone en contacto con el sonido y vibración de los cuencos se aplica la ley de resonancia armónica "Cuando un cuerpo armónico y otro inarmónico se ponen en contacto, el cuerpo armonizado tiende a contagiar su armonía al cuerpo inarmónico."
El sistema energético reconoce la armonía de los sonidos, y se alinea con ésta.
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